lunes, 24 de octubre de 2011

¿Fue personaje revolucionario o dictador, Gadhafi?

El año 2011, empezó con críticas y cuestionamientos contra Gadaffi como gobernante, un varón ex militar con grado de coronel, quien con ayuda internacional, se había apoderado desde 1969, con sus hijos, familia y amigos, de Libia, y de cada uno de los recursos del suelo petrolero. Libya es una nación ubicada al norte del continente africano, rica en petróleo y con una población de más de 6 millones de habitantes. Los seudónimos apuntaban fuertemente comparándolo como dictador, corrupto, homicida, sanguinario, cruel, promiscuo, asesino, despilfarrador, corroncho, estrafalario, oscuro, mala cara, demonio, monstruo, demente, homofóbico, y otros vocablos que si bien se pronunciaron aun se oyen entre risas, congojas, quejas y chistes, sobresaliendo el de feo y odioso. Se escuchó a un adolescente afirmar que el hombre era “una pecueca”.




Los recientes aliados medios de comunicación, exhibieron entre marzo y agosto, a un grupo de 15 a 30 raquíticos y flacuchentos guerrilleros libios opositores al gobierno de Qadhafi, montados en camionetas raídas con gigantes ametralladoras que apuntaban y disparaban a un ejército cadhafímero invisible legal, que las cámaras nunca mostraron a los televidentes. Quienes atentos miraban las imágenes de los cuerpos con lentos movimientos de hombres armados ilegales, confirmaban que esos esqueletos jamás derribarían al gobernante y aunque se les vio disparar al aire nunca mostraron cara de matones o mafias sangrantes de esos que lucen músculos para amordazar a los audaces. 

Si bien es cierto que Gadhafi derrocó a la monarquía que estuvo empotrada en Libia y que durante siglos sustrajo los bienes naturales de la nación, es irónico saber que él mismo, no sólo gobernó el país como esos otros ladrones con inventos de príncipes y relámpagos sino que se quedó apoderado durante casi 40 años, de Libya, materializando oscuridad en las mentes de sus coterráneos. Allí entre las riquezas, las desigualdades, estuvieron y están al día las divisiones e intereses de un grupo pequeño aristócrata ladrón sobre la inmensa mayoría que suma el 99%. Allá como en otros estrados del globo, se debe exigir que encarcelen al 1% y que los obliguen a devolver lo hurtado para repartirlo en porciones iguales para todos los ciudadanos sin distinción basta con mostrar el acta registro de nacimiento.  

Solamente el gobernante Gadhafi y su séquito, se dieron el lujo de tener: Palacios, casas, fincas, piscinas, inversiones, cuentas bancarias, joyas, comidas, frutas, vinos, finos licores, amantes y becas, para que sus engendros, fueran a países ‘poderosos’ a dejar el dinero que era propiedad de libios y libias, y que durante muchos años los mismos y mismas, han aguantado hambre física y miseria de caverna con lujo de encantamientos arropando la “gran miseria humana”. Pero si en Libia “llueve en cada país del mundo no escampa”. Se habló de Gadhafi como excusa para esconder las inversiones, riquezas y comodidades de todos los gobernantes del mundo y esas mismas han salido del banco natural de los ciudadanos. “Ladrón juzga por su misma condición”. Hasta la fecha nunca hemos visto a un gobernante vivir en un tugurio y menos usar un burro como transporte. Los mismos que criticaron los gustos del seudo masoquista, viven en mansiones y se arropan con el oro sustraído de los obreros y trabajadores que son los únicos que producen y que bajan a las minas. 


Siempre en la historia real sin historiadores mentirosos, son pocos quienes apoderándose de los privilegios de las naciones ponen con fusilamientos, maldades de muerte y amedrentamiento, a las mayorías poblacionales, que permanecen con los estómagos vacios. Ellos y ellas obligados por fusiles al silencio, sin justicia social, con ilusiones efímeras que las mismas trochas vomitan al exterior, porque no lo hacen los soterrados medios de comunicación aliados contra los pésimos gobiernos y gobernantes, que son iguales y/o peores a los rufianes que roban el sueño de los justos. Cuando una persona gobierna un país durante más de 10 años, hasta los arbustos de los caminos y la misma basura que producen sus habitantes, viven en aburrimiento.  


Las oportunidades se deben repartir entre todos los habitantes incluyendo el arte de gobernar y sus secuelas que las han hecho enfermizas. Algunos se apoderan del país como monarcas y otros lo hacen con enlutados partidos políticos y tinterillos, que pasan de generación en generación la administración del estado a “los mismos con las mismas” y a veces traspasan el poder a miembros cínicamente de la misma familia como herencia maldita de leyendas inventadas por otros pícaros con suerte. Si un gobernante no tiene la capacidad de formar a un grupo de líderes para que libremente gobiernen una vez pase un periodo corto como gobernante, en si no está cuerdo y/o apto para administrar lo público, de paso sigue engañando a sus connacionales con ideologías baratas de idiota. Mientras idiotas y necios gobiernan, los ejércitos asesinan a los inteligentes. Mientras los ineptos toman whisky en prostíbulos y clubes, los inteligentes están en cárceles privados de sus libertades, con cargos y culpas que aun ellos los irresponsables privilegiados, no saben como hicieron para escribir el libreto.


Lo público debe estar en varias manos en forma coordinada. Las naciones deben pensar en crear juntas civiles de gobernantes que manejen los destinos de los países con nuevos sistemas operativos de gobiernos, en donde los privilegios sean repartidos entre todos los pobladores, y se logre nutrir al estado de herramientas probas que ejecuten equilibrio social y humano para todos y todas con justicia. Si tres cabezas y/o siete gobiernan un país al mismo tiempo y que en grupo tomen decisiones y resoluciones futuristas, se acabaran los dictadores de por vida y así en colectivo, plasmarán paz y equidad moderada.


Los titulares noticiosos últimos, ofrecieron como en carnaval de pobres, una gama de frases y sentencias, siendo la más célebre: “Guerra civil en Libia”. ¿Pero quien empezó de verdad a arremeter contra la gente de Libia? Los aviones y barcos de la OTAN, comandados por soldados “expertos”, jóvenes sin experiencia, obedientes a países que se unieron como oportunistas a la barbarie, para darle despedida con muerte al hombre que no sobresalió en inteligencia, fueron responsables de la tragedia y masacre de los inocentes humanos, que tuvieron que soportar los bombardeos sobre sus cabezas durante más de 8 meses. Tantos gatos armados para cazar una rata de alcantarilla. Se ve que la debilidad aun persiste en la tropa y que las botas no usaron ni siquiera la astucia para derrocar los huevos que comía Gadafi en sus confortables días.


Billones de dólares se gastaron los hambrientos de petróleo, para alimentar a miles de militares, policías, soldados y vehículos,  que participaron de la invasión aérea contra la aporreada Libia. Ahora sabemos que esos mismos billones se multiplicarán cuando los mismos barcos bombarderos transporten el precioso líquido negruzco a otros planos del globo de las contradicciones y los bancos cómplices del chantaje y estafa, hagan las transacciones económicas a las cuentas de los astutos raponeros que compran mansiones con el dinero de los otros sin ningún esfuerzo de trabajo.


Fueron tan poco inteligentes los pilotos de las naves aéreas, que sólo la fuerza bruta logró mostrar la irrípia cansada del cráneo obsoleto de los rufianes que en guardia esperan turno para raponear los bienes a los menesterosos. Los débiles montan ejércitos para asesinar aún a los grillos que nacen a orillas del conflicto. Ahora la narración mira con desconfianza a los asesinos que dispararon torpedos lesionando de paso el ecosistema y creando nuevos tornados que atropellaron a otros habitantes de la misma tierra, destruyendo ciudades enteras en otros continentes por efectos de la radiación con sus consecuencias que alteró los vientos nobles del planeta.


Mientras los presidentes de las naciones enemigas de Gadaffi y del pueblo libio, daban opiniones y hablaban de libertad e igualdad de los “esclavos gadhafinos”, quienes a distancia dirigían la masacre desde el aire, en sus propios países la desigualdad persiste y si alguien habla allí en contra de la injusticia y a favor de la justicia, es hombre muerto a veces acribillado a quema ropa o mansalva. A los fusilamientos modernos, los diccionarios populares los llaman “falsos positivos” o simplemente hablan de terrorismo ambulante urbano. Las protestas de los indignados en las calles de los países desiguales, es una de las respuestas al desequilibrio social reinante y humillante sin vergüenza, promovido por los testaferros de la miseria.


Los hipócritas lanzaron frases ‘bonitas’ a favor del derrocamiento gadhafal pero dentro de sus propios suelos no son capaces ni siquiera de solucionar el problema de pantalones que tienen con sus esposas y algunos con sus amantes, que las hurtan de ciertos lugares que causan nauseas de loca en danza. La libertad esta atropellada en todos los suelos. No hay justicia porque los tiranos se apoderaron de los privilegios y los bancos guardaron el dinero robado en sus alcancías de baratija y oxido cofreado con chatarras. Se reúnen para derrocar gobernantes pero nunca lo hacen para destruir el hambre que reina dentro de sus propias casas y desiertos.


El objetivo de los oportunistas fue el de matar a Gadaffi y derrocarlo, para activar otra forma subterránea de comerciar el líquido negro, que hace de acicate aún a los fantasmas que nunca se ven en las noticias de los perversos. Las bombas lanzadas por aviones y torpedos disparados desde los buques en alta mar, destruyeron muros y paredes de hierro  y cemento en Libia. Los cuerpos inertes de la gente de todas las edades, quedaron esparcidos como bolitas de barro por las avenidas que otrora lucían como novia en baile. La sangre fue derramada indiscriminadamente y las consecuencias de los bombardeos, incendiaron edificios, casas y muebles. El equilibrio del ecosistema, quedó destruido como colcha de drogadictos que se ven debajo de los puentes. Animales de todas las especies se vieron muertos también sobre los andenes y en la zona desértica del suelo sin vida, producto de ilusiones enfermizas y del fosforo que acompañó las mortíferas balas de azufre, pólvora y plomo.


El varón Gadaffi se mostró terco y necio como de costumbre y no atendió las amenazas de sus fuertes y armados enemigos, que en época pasada fueron considerados por el dictador como amigos de francachelas y comilonas. Ayer fueron parches y hoy son verdugos. Los llamados psicólogos afirmaron que Gadhafi ‘no era un tipo inteligente”. Los periodistas sólo dejaron de pronunciar el nombre del “malévolo” perseguido, cuando el terremoto de Japón y el mismo tsunami azufrado, dejó en silencio a los “poderosos micrófonos” que tuvieron que parar la guerra verbal contra Libia, al saber que la muerte rondaba las instalaciones de varios países por efecto del movimiento natural de la tierra.


Lástima que aun los muertos siguen gobernando la falsa comunicación. La vida se está marchitando por efectos de arrogancias y prepotencias apestosas. Las fuerzas aliadas consiguieron eliminar a Gadhafi desde el aire con dos disparos mas de fusilamiento propinado desde el piso por un adolescente inexperto que como otros, aprovechó el desorden, para usar las armas, lección aprendida  de la pantalla gigante cineasta o chica de la desviada frecuencia de ondas. Si a esos seguimos llamando héroes y fabricando personajes chimborrios, hasta el estiércol añejo de los arrendajos, producirá vomito en las nuevas generaciones si logran nacer después de ver cada día más la desolada tierra que llora la ineptitud y mediocridad de quienes ella misma alimenta.


Para completar la apestosa faena, los televisores mostraron el cuerpo en descomposición del ex gobernante libio, tirado sobre el piso de los remiendos y cerca a los asustados “revolucionarios” que creían haber completado con éxito la falsa novela confeccionada por murciélagos grises cerca al mar de lodo y estiércol. Los mismos improvisados soldados, entregaron mascaras a los visitantes pero no fue por el olor natural del cadáver putrefacto sino porque afuera habían miles de cuerpos libios y libias, muertos en descomposición, semejantes a hojas vegetales de otoñó que se caen dentro del cambio de estación sin contratiempo. La tal junta de transición también hace parte de los otros oportunistas que llegan a lamer la miel del drama callejero, que desde antes planearon la forma de repartir los recursos económicos, endeudando de paso al país y entregando el suelo a quienes como cuervos esperan el momento para usurpar sin esperar la noche hasta los sobrantes. Las arcas de los estados estan en pocas manos y si bien es cierto: No hay en el mundo un solo país libre en equidad y justicia.

مُعَمَّر القَذَّافِيMuʿammar al-Qaḏḏāfī

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