Reflexiones filosóficas, antropológicas y científicas, de Leonardo Marin-Saavedra. Cada raza viene de un planeta distinto que existió o existe, dentro de uno de los universos. La tierra es una de las naves refugio, para la vida humana, animal, vegetal e intangible. Somos de la misma naturaleza creada pero distintos, diferentes e irrepetibles. Escríbeme: leonardo.marin@mail.com - Tel. Casa: + 1-647-766-4597. Tel. Oficina: + 1-647-875-4597. (Canada).
miércoles, 24 de octubre de 2012
El robo en los peajes
El gobierno nacional
autorizó el montaje de tres sitios distintos en la misma autopista con el fin
de estafar el bolsillo de quien trabaja y de quien usa la vía con el pretexto
de recorrer el mismo kilometraje en menos tiempo. El inversionista ladrón y estafador,
es el mismo que ha chupado la sangre a millones de colombianos incautos a
través de la construcción, con empresas inmobiliarias que huelen a azufre y delincuencia.
El individuo se jacta de ser uno de los empresarios más ricos del país, en
donde los pobres deben ir a recoger los sobrantes de comida dentro de las
sucias canecas que se llenan con aquellas migajas nauseabundas que ni siquiera
las ratas de las alcantarillas quieren saborear como alimento. Debe escribirse
una ley en la conciencia de los hombres para lograr humanos honestos, probos,
felices y dignos de la madre tierra y su entorno. El producto del robo, estafa
y avaricia, es el dinero que está en manos degeneradas y que hace la diferencia
entre ricos y pobres. Al parecer el cáncer social está latente “en esos y en esas”
que llegan a la riqueza, robando y con la complicidad de asesinatos y
secuestros. Si no hay bienestar para todos y todas, es porque el gobierno
permite el secuestro a la dignidad.
Se trata de la
llamada autopista “Bogotá – Villavicencio” y de otras, en donde para pasar
sobre ella se debe llevar una cuantiosa suma de dinero en efectivo,
representada por el sudor de quienes por al afán de llegar rápido, se endeudan
y que siguen llenando las alcancías mal olientas, del raponero con su sucia
empresa, que lleva años estafando a un noble pueblo que debe soportar las
injusticias diarias porque el país ha sido repartido a un grupo de familias que
también sustrajeron los privilegios. Los transportistas y usuarios del camino
desgraciado, deben protestar pacíficamente pero con fuerza. La mejor manera es
el no uso de la misma con otras estrategias que harán posible que el usurero
entregue lo robado a las multitudes que requieren un gobierno que realmente
gobierne en democracia en donde los recursos sean repartidos en iguales
proporciones para todos y todas. La torta está podrida y dentro de la familia del
usurpador hasta tienen un obispo que representa los otros intereses nauseabundos
de los malnacidos usureros que con imágenes y matachos, siguen robando hasta el
alma de mundos paralelos al cambio en donde nos transportaremos muy pronto. Triste
que holgazanes de esa naturaleza sigan pisoteando la tierra de las contradicciones. Pronto los elementales
lo llamaran a cuentas y debe robar lo hurtado al espacio del vacio.
Los ciudadanos del
común denominador se quejan a diario por las arbitrariedades y abusos pero
nadie les responde porque la corrupción se destruye cuando el terremoto acabe con
los inmuebles de los asaltantes. Las oficinas de magistrados y gobernantes
también huelen a azufre quemado, allí mismo se deleitan con finos vinos y al
final de la semana, algunas damas cuelgan sus propios calzones en sus ventanas y
la modernidad logra exhibir pantalones almidonados con olor a cerveza y
perfumes extraídos de cavernas de trogloditas que engordan con la gota fría de los
desarropados. Los grupos cívicos, sindicatos, estudiantes, amas de casa, educadores,
artistas, profesionales, campesinos y pueblo en general, se deben unir no sólo
para derrocar al gobernante departamental sino a quienes practican con cinismo
y descaro esas ironías que hace que la misma tierra huela a azufre de las profundidades.
El “orgullo” debería agregar a sus protestas y entre sus reclamos, esta gama de
trampas que ponen al criollo para extraer hasta la última gota de sangre de los
cuerpos.
Como estafa montada
hay otras en la nación que siguen haciendo daño a las mayorías que no tiene
como soportar el trajín de la hora, montado sobre orquestas corruptas y
defendido por hombres desnaturalizados que roban la paz y las buenas costumbres.
Se requieren una nueva forma humana de levantar periodistas, reporteros y
comunicadores, para que ayuden al pueblo a plasmas un gran proyecto de paz que
destruya privilegios y que logre dar bienestar comunitario a quienes están
huérfanos de gobierno y en donde no existen líderes espirituales que encuentren
métodos justos para calmar la abismal desigualdad. También la avaricia esta debajo
de las carpetas de los templos con tarifas que producen vómito de borracho.
La ironía se da
al ver el miserable sueldo que reciben los obreros de la construcción y los albañiles.
En Colombia los trabajadores de la construcción se mueren de hambre por la miseria
que reciben mensualmente como producto del pesado trabajo de levantar ladrillos
y cargar bultos de cemento y hierro, que la modernidad usa para levantar los
edificios de la estafa. Mientras las familias de los jornaleros de la
construcción se mueren de hambre y pasan por infernosas necesidades, los
directivos de las empresas de construcción y los mismos contratistas,
permanecen en clubes orquestados de paso con otras injusticias mal olientes y
en donde no conocen la rectitud. Para quien recibe un mal salario es vergonzoso
hacer parte de los trabajadores que se humillan al no tener justa remuneración
por la labor cavernosa.
El dinero justo de
los obreros de la construcción está en las cuentas bancarias de las
inmobiliarias y de esas empresas que siguen estafando con la materialización de
viviendas que a veces también se construyen con elementos de baja calidad pero
que se cobran con tarifas que están por las nubes y que hacen honor a “una casa
en el aire” compuesta por un artista que se adelanto, plasmando la estafa en
una canción como nota contradictoria contra la honestidad. Los jóvenes deben
rebelarse contra el mal trato e injusticia por esta labor. Si no hay candidatos
para la construcción, se acabará con la estafa. Los sindicatos que tiene
experiencia en la protesta deben expandir la misión a otros grupos así no estén
dentro del colectivo. La protesta debe salir a las calles y lanzar a los cuatro
puntos cardinales que el robo no sólo está en el peaje sino en cada una de las
acciones de estos empresarios maleantes de la construcción.
Para colmo de los
descarriados, el gobierno desea montar dos (2), nuevos peajes de la avaricia y
estafa para aumentar la estafa y pillaje entre Bogotá y Villavicencio. Se sabe
que al lado de estos maleantes empresarios y gobernantes, hay otros que elevan
el precio de las tierras que circundan al lado de la mortuoria autopista y que
ya estaban allí desde antes de la misma creación. Algunos afirman que los representantes
del gobierno hicieron doble facturación para inflar el precio real de la inversión.
¿Y donde están los ladrones? Mientras la honestidad no se materialice en el
país de la guerra y desigualdad, jamás habrá paz y sosiego en los corazones
humanos.
La nueva escuela
democrática y participativa, debe lograr cambios reales trabajando innovadores
esquemas para que el hombre disfrute el paso por la tierra y que no dependa de
ladrones y estafadores dentro de la historia que también la están orquestando
con desigualdades mezclada con basura que no se puede reciclar. El país
requiere de otra clase de juristas y legisladores, que de paso regule la
“profesión de abogado” y que logre reeducar la ética del profesional para que
los soñadores en riquezas no consigan la fuente de la vida con el sudor de
quien trabaja. El freno llegara a todos los tramposos. Eso que ilícitamente se conquistó
será barrido del mapa y hasta el banco que guarda la complicidad de la sustracción,
dejara sus ladrillos dentro del lodo de los remiendos que dejara la inundación de
la rectitud.
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