miércoles, 24 de octubre de 2012

El robo en los peajes


El gobierno nacional autorizó el montaje de tres sitios distintos en la misma autopista con el fin de estafar el bolsillo de quien trabaja y de quien usa la vía con el pretexto de recorrer el mismo kilometraje en menos tiempo. El inversionista ladrón y estafador, es el mismo que ha chupado la sangre a millones de colombianos incautos a través de la construcción, con empresas inmobiliarias que huelen a azufre y delincuencia. El individuo se jacta de ser uno de los empresarios más ricos del país, en donde los pobres deben ir a recoger los sobrantes de comida dentro de las sucias canecas que se llenan con aquellas migajas nauseabundas que ni siquiera las ratas de las alcantarillas quieren saborear como alimento. Debe escribirse una ley en la conciencia de los hombres para lograr humanos honestos, probos, felices y dignos de la madre tierra y su entorno. El producto del robo, estafa y avaricia, es el dinero que está en manos degeneradas y que hace la diferencia entre ricos y pobres. Al parecer el cáncer social está latente “en esos y en esas” que llegan a la riqueza, robando y con la complicidad de asesinatos y secuestros. Si no hay bienestar para todos y todas, es porque el gobierno permite el secuestro a la dignidad.

 
Se trata de la llamada autopista “Bogotá – Villavicencio” y de otras, en donde para pasar sobre ella se debe llevar una cuantiosa suma de dinero en efectivo, representada por el sudor de quienes por al afán de llegar rápido, se endeudan y que siguen llenando las alcancías mal olientas, del raponero con su sucia empresa, que lleva años estafando a un noble pueblo que debe soportar las injusticias diarias porque el país ha sido repartido a un grupo de familias que también sustrajeron los privilegios. Los transportistas y usuarios del camino desgraciado, deben protestar pacíficamente pero con fuerza. La mejor manera es el no uso de la misma con otras estrategias que harán posible que el usurero entregue lo robado a las multitudes que requieren un gobierno que realmente gobierne en democracia en donde los recursos sean repartidos en iguales proporciones para todos y todas. La torta está podrida y dentro de la familia del usurpador hasta tienen un obispo que representa los otros intereses nauseabundos de los malnacidos usureros que con imágenes y matachos, siguen robando hasta el alma de mundos paralelos al cambio en donde nos transportaremos muy pronto. Triste que holgazanes de esa naturaleza sigan pisoteando la tierra  de las contradicciones. Pronto los elementales lo llamaran a cuentas y debe robar lo hurtado al espacio del vacio.

 
Los ciudadanos del común denominador se quejan a diario por las arbitrariedades y abusos pero nadie les responde porque la corrupción se destruye cuando el terremoto acabe con los inmuebles de los asaltantes. Las oficinas de magistrados y gobernantes también huelen a azufre quemado, allí mismo se deleitan con finos vinos y al final de la semana, algunas damas cuelgan sus propios calzones en sus ventanas y la modernidad logra exhibir pantalones almidonados con olor a cerveza y perfumes extraídos de cavernas de trogloditas que engordan con la gota fría de los desarropados. Los grupos cívicos, sindicatos, estudiantes, amas de casa, educadores, artistas, profesionales, campesinos y pueblo en general, se deben unir no sólo para derrocar al gobernante departamental sino a quienes practican con cinismo y descaro esas ironías que hace que la misma tierra huela a azufre de las profundidades. El “orgullo” debería agregar a sus protestas y entre sus reclamos, esta gama de trampas que ponen al criollo para extraer hasta la última gota de sangre de los cuerpos.

 

Como estafa montada hay otras en la nación que siguen haciendo daño a las mayorías que no tiene como soportar el trajín de la hora, montado sobre orquestas corruptas y defendido por hombres desnaturalizados que roban la paz y las buenas costumbres. Se requieren una nueva forma humana de levantar periodistas, reporteros y comunicadores, para que ayuden al pueblo a plasmas un gran proyecto de paz que destruya privilegios y que logre dar bienestar comunitario a quienes están huérfanos de gobierno y en donde no existen líderes espirituales que encuentren métodos justos para calmar la abismal desigualdad. También la avaricia esta debajo de las carpetas de los templos con tarifas que producen vómito de borracho.

 
La ironía se da al ver el miserable sueldo que reciben los obreros de la construcción y los albañiles. En Colombia los trabajadores de la construcción se mueren de hambre por la miseria que reciben mensualmente como producto del pesado trabajo de levantar ladrillos y cargar bultos de cemento y hierro, que la modernidad usa para levantar los edificios de la estafa. Mientras las familias de los jornaleros de la construcción se mueren de hambre y pasan por infernosas necesidades, los directivos de las empresas de construcción y los mismos contratistas, permanecen en clubes orquestados de paso con otras injusticias mal olientes y en donde no conocen la rectitud. Para quien recibe un mal salario es vergonzoso hacer parte de los trabajadores que se humillan al no tener justa remuneración por la labor cavernosa.

 
El dinero justo de los obreros de la construcción está en las cuentas bancarias de las inmobiliarias y de esas empresas que siguen estafando con la materialización de viviendas que a veces también se construyen con elementos de baja calidad pero que se cobran con tarifas que están por las nubes y que hacen honor a “una casa en el aire” compuesta por un artista que se adelanto, plasmando la estafa en una canción como nota contradictoria contra la honestidad. Los jóvenes deben rebelarse contra el mal trato e injusticia por esta labor. Si no hay candidatos para la construcción, se acabará con la estafa. Los sindicatos que tiene experiencia en la protesta deben expandir la misión a otros grupos así no estén dentro del colectivo. La protesta debe salir a las calles y lanzar a los cuatro puntos cardinales que el robo no sólo está en el peaje sino en cada una de las acciones de estos empresarios maleantes de la construcción.

 
Para colmo de los descarriados, el gobierno desea montar dos (2), nuevos peajes de la avaricia y estafa para aumentar la estafa y pillaje entre Bogotá y Villavicencio. Se sabe que al lado de estos maleantes empresarios y gobernantes, hay otros que elevan el precio de las tierras que circundan al lado de la mortuoria autopista y que ya estaban allí desde antes de la misma creación. Algunos afirman que los representantes del gobierno hicieron doble facturación para inflar el precio real de la inversión. ¿Y donde están los ladrones? Mientras la honestidad no se materialice en el país de la guerra y desigualdad, jamás habrá paz y sosiego en los corazones humanos.

 
La nueva escuela democrática y participativa, debe lograr cambios reales trabajando innovadores esquemas para que el hombre disfrute el paso por la tierra y que no dependa de ladrones y estafadores dentro de la historia que también la están orquestando con desigualdades mezclada con basura que no se puede reciclar. El país requiere de otra clase de juristas y legisladores, que de paso regule la “profesión de abogado” y que logre reeducar la ética del profesional para que los soñadores en riquezas no consigan la fuente de la vida con el sudor de quien trabaja. El freno llegara a todos los tramposos. Eso que ilícitamente se conquistó será barrido del mapa y hasta el banco que guarda la complicidad de la sustracción, dejara sus ladrillos dentro del lodo de los remiendos que dejara la inundación de la rectitud.

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